Pseudo Productivity & Burnout
En el trabajo industrial era sencillo medir productividad: más horas de trabajo producían más unidades. La relación entre esfuerzo y resultado era directa y lineal. Se podían hacer experimentos, comparar ratios y optimizar procesos de manera objetiva. “Más granos cosechados por hectárea” era un número real y útil.
En el trabajo del conocimiento ese modelo se rompe por completo. La mayoría del valor no es directo, sino indirecto. Una línea de código no genera dinero, pero habilita funciones futuras. Una arquitectura bien diseñada evita pérdidas, no las produce. Un refactor previene desastres que todavía no ocurrieron. El impacto no es inmediato ni medible en unidades físicas.
Cuando desaparece el output tangible, aparece un vacío:
¿cómo sabemos si alguien es productivo?
La respuesta que dieron la mayoría de empresas fue equivocada:
medir lo visible en vez de medir lo valioso.
Así nació la pseudo-productividad.
Cuando no podés medir el impacto, medís actividad
El trabajador del conocimiento quedó envuelto en un sistema donde “parecer ocupado” se convirtió en sustituto de “producir valor”. Como no hay métricas claras de output, se miden señales superficiales:
- cantidad de emails enviados
- velocidad de respuesta en Slack
- cantidad de reuniones
- actividad en tickets
- presencia siempre disponible
Son métricas fáciles de ver, pero no dicen nada sobre si avanzaste en algo importante.
La pseudo-productividad es esto:
la estética del trabajo reemplazando la sustancia del trabajo.
La “Front Office Revolution”
Antes, el trabajador estaba “atrás”, haciendo el trabajo real, y el gerente “adelante”, evaluando resultados. Con la llegada de Slack, email y notificaciones constantes, todos fuimos empujados al “front office”: siempre visibles, siempre accesibles, siempre demostrando actividad.
El sistema actual recompensa señales superficiales: actividad constante, disponibilidad inmediata, flujo interminable de mensajes. El resultado es perverso:
- ocupación permanente
- poco impacto real
- cero desconexión
- burnout inevitable
Quemarte no viene solo del exceso de trabajo, sino de la sensación de gastar energía sin avanzar hacia ningún lado.
El problema no es cultural: es estructural
Las herramientas modernas están diseñadas para maximizar engagement, no productividad.
Slack quiere que estés en Slack.
El email quiere que revises email.
Las plataformas no son neutrales.
A eso se suma la ansiedad individual: cuando no sabés cómo demostrar tu valor, caés en “performar productividad”.
La empresa no sabe medir resultados.
El trabajador no sabe cómo mostrar impacto.
El sistema entero se llena de ruido.
Entonces, ¿qué se puede medir realmente?
La solución no es volver al paradigma industrial, sino medir lo que sí importa en trabajos complejos. No actividad, sino capacidad del sistema.
1. Velocidad
- Lead time de tareas críticas
- Frecuencia de deploy
- Tiempo para poner algo en manos del usuario
2. Calidad
- Incidentes
- Bugs críticos
- MTTR (tiempo de recuperación)
3. Robustez
- Estabilidad del sistema
- Fricción interna eliminada
- Flujo más simple entre equipos
4. Impacto
- OKRs bien definidos
- Cambios que aceleran revenue, retención o satisfacción
- Reducción de riesgos y deuda técnica
Estas métricas capturan progresos reales, incluso cuando el output no es visible actualmente.
El principio clave
No se trata de medir productividad individual con precisión industrial.
Se trata de medir si el trabajo hace que el sistema sea más rápido, más estable y más capaz de generar valor.
La pseudo-productividad desaparece cuando:
- la actividad deja de ser el proxy,
- el impacto se vuelve visible,
- y los equipos tienen claro qué significa “avanzar”.
Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=p4ZfkezDTXQ&t=4288s